Nunca nos acostumbraremos a morir,
y aunque aprieten las tuercas,
afilen los cuchillos, claven largos alfileres de oro y echen
sal sobre nuestras heridas,
nos queda la música.
El gato de Alvaro de Campos
Nunca nos acostumbraremos a morir,
y aunque aprieten las tuercas,
afilen los cuchillos, claven largos alfileres de oro y echen
sal sobre nuestras heridas,
nos queda la música.
El gato de Alvaro de Campos